Apr 06, 2010

East Turkestan: Rebiya Kadeer Tells Her Story At Dutch Parliament


Sample ImageRebiya Kadeer: "I know that if I stop fighting for Uyghur rights, my children will be released from prison. But the happiness of my family is not exchangeable with the blood of my nation. I hope that my children understand that."

Below is an article published by Periodismo Humano:

 

El territorio conocido como Khaskaria funcionó como una nación independiente a partir de 1884 y con el nombre de Turkestán del Este fue reconocido como estado en la década de 1930 por Turquía y Afganistán. Dividido en dos, Turkestán del Oeste fue ocupado por la extinta Unión Soviética y Turkestán del Este por China en 1949. Su presidente desapareció en un viaje a Pekín cuando trataba de abrir una negociación con la autoridades maoístas respecto a la autonomía de la región dentro de la República Popular China.

 

El 7 de julio de 2009 el Presidente Chino, Hu Jintao abandonaba -en un gesto sin precedentes- la cumbre del G-8 en Italia para tratar de apaciguar la violencia que desestabilizaba la región fronteriza que para las autoridades de Pekín y la comunidad internacional se llama Xinjiang y para muchos de sus habitantes es el territorio uigur de Turkestán Este. Cientos de personas, en una cifra que difiere enormemente según la fuente, murieron durante aquellos enfrentamientos. Decenas de miles fueron detenidas, miles continúan desaparecidas. Periodismo + Derechos Humanos informaba entonces sobre lo que sucedía en la región.

 

Mientras la mayoría de la prensa internacional presentaba lo sucedido como un conflicto étnico entre los musulmanes uigures y la etnia han, mayoritaria en el resto del país pero no en Xinjiang, los líderes uigures hablan del genocidio y la ocupación china de su tierra. De una represión deliberada con el objetivo de la destrucción de su pueblo. Los periodistas que aquellos días trataban de cubrir los hechos insistían en la dificultad de verificarlos. Xinjiang lleva desde entonces sin internet, alejada del mundo exterior, las comunicaciones de cualquier tipo son difíciles y surgen versiones contrapuestas: manifestantes uigures que atacaban sin piedad ni razón a los chinos o condenados a muerte enviados por el gobierno chino para desatar violencia y justificar así el envío de tropas. Comienza, de nuevo, la guerra de la propaganda en una zona del mundo vetada a la prensa internacional.

 

Rebiya Kadeer, “madre de la nación uigur” y presidenta del Congreso Mundial, a la que el gobierno chino acusa de separatista y de ser la instigadora de los disturbios de Xinjiang parece una mujer frágil, de apenas medio metro, siempre sonriente, rodeada de hombres, y especialmente de un guardaespaldas que no se separa de ella desde que en 2006 sufriera un intento de asesinato en Washington. Desde su salida de prisión en 2005 le han crecido dos largas coletas que casi alcanzan la cintura. No habla inglés, sólo uigur. Se comunica a través del director de la Fundación Uigur-americana. El resto del tiempo, permanece en silencio. periodismohumano la ha acompañado durante una visita al parlamento holandés. En cada una de sus intervenciones repite el mismo esquema, comienza a hablar con voz suave y una sonrisa para ir elevando el tono a medida que se avanza en la conversación. Cuando se llega a la cuestión de sus hijos, termina bañada en lágrimas. Dignas y potentes, llenas de rabia, pero al mismo tiempo, agotadas. Prisionera de conciencia según Amnistía Internacional durante sus casi siete años de detención en cárceles chinas, nominada al Premio Nobel de la Paz, viaja por todo el mundo para tratar de unir a los uigures del exterior. Sólo en Europa viven entre 3000 y 5000 refugiados uigures. Su historia puede conocerse a través del documental “The ten conditions for love”.

 

¿Qué sucedió en julio de 2009 en Urumqui?

Miles de chicas jóvenes uigures entre los 16 y los 25 años son desplazadas por la fuerza a las fábricas del interior de China, donde trabajan en condiciones deplorables, sin derechos, siete días a la semana, encerradas en situaciones de semiesclavitud. El 26 de junio, en una fábrica de Guandong en la región de Shauguan un grupo de chinos atacó a las trabajadoras uigures y las imágenes corrieron por internet y los teléfonos móviles de los jóvenes uigures que salieron a protestar a las calles. En nuestra cultura no se contempla la emigración. Se trata de un desplazamiento masivo de mujeres para frenar el crecimiento de población uigur mientras se fomenta la emigración china. Nuestros jóvenes salieron incluso con banderas chinas en la mano para expresar sus intenciones de protesta pacífica pero el gobierno chino envió decenas de miles de soldados y grupos de condenados a muerte. Los condenados a muerte tenían el encargo de desatar la violencia para justificar la represión.

 

La poca información que recibimos del interior es escandalosa y la extraemos de los propios medios chinos, la publican ellos mismos. La política que están desarrollando en estos momentos en el Turkestán es similar a la que se desarrolló contra los judíos en Europa en los años 30. Hablo de un genocidio cultural, lingüístico, educativo y una ola de represión, desplazamiento masivo y encarcelamiento masivo no sólo de uigures sino también de tibetanos. China trata de encerrarnos en una jaula antes de que nuestras voces lleguen al mundo.

 

¿Como definiría la situación actual en su región?

Desde julio de 2009 la situación es trágica, miles de jóvenes entre los 20 y los 35 años están escondidos o detenidos sin acusación ni derecho a una defensa justa. Es difícil encontrar hombres uigures por las calles. El ejército chino llega con camiones y se los lleva por decenas, golpean sin sentido la más mínima reunión pública de personas. Es el imperio del terror. Los jóvenes uigures ni siquiera se atreven a salir a la calle. Las ciudades están llenas de cámaras. El simple hecho de aparecer en una de ellas durante lo que China llama “manifestaciones separatistas” puede conllevar una condena a muerte. Sabemos de 34 ejecuciones públicas de uigures en menos de un año. Turkestán Este es, junto con el Tibet, la única región en la que China continua ejecutando por motivos políticos. Las familias tienen tanto miedo que venden todo lo que tienen para enviar a sus hijos al exterior a través de mafias de emigración china y así poder protegerles. No sabemos el número exacto de detenidos pero nosotros calculamos que hay en torno a 30.000 personas detenidas. El propio presidente prochino de la región de Xinjiang ha reconocido ya 15.000 detenciones. Pero son más. Pido que cualquier político europeo que viaje a China solicita una lista con los nombres de los detenidos y los ejecutados para que sus familias conozcan finalmente su paradero, ahora desconocido. Que puedan asistir observadores internacionales a los juicios militares secretos contra uigures y tibetanos y se les entreguen las listas de detenidos.

 

A eso hay que sumarle que desde 2003 se aplica el monolingüismo en todos los ámbitos de la educación y la vida pública para imponer el chino mandarín sobre nuestro idioma propio, se despide a los profesores que no saben chino, que no se da crédito a los uigures en los bancos, que se fomenta la emigración china hasta que han conseguido que sean casi la mitad de la población en la región cuando hace cuarenta años no eran ni el 5%. Que se impide a los niños y los jóvenes entrar en las mezquitas o recibir educación religiosa.

 

¿Es usted la reformista que parece o la radical que el gobierno chino presenta?

Soy, por supuesto, reformista y moderada. El Congreso Mundial Uigur busca el derecho de autodeterminación de Turkestán del Este a través del diálogo y la negociación con el gobierno chino. Antes ni siquiera estaba implicada en la oposición política al régimen. De hecho trabajaba para los comunistas, pero siempre en torno a temas que tenían que ver con los uigures y con mucha suavidad. Siempre fui consciente de que China no era un régimen democrático y era necesaria más libertad de la que se me permitía disfrutar. Me fijaba en otro líderes uigures y poco a poco fui viendo que lo que hacíamos no era suficiente, que el diálogo interno no era útil, que era necesario enfrentarse al régimen.

 

El gobierno chino la acusa de instigar el separatismo y la violencia.

Son mentiras fabricadas. Ya tenemos una autonomía sobre el papel, pero es falsa. Y pedimos una autonomía real, como lo hace el Dalai lama para el Tibet. Y cualquiera que es escriba o hable es inmediatemente calificado de terrorista. Queremos negociar los derechos humanos de nuestra gente. Ni soy separatista ni violenta, sólo reclamo un referéndum de autodeterminación para Turkestán del Este. No puedo ser separatista porque los uigures estamos en nuestro país. Ningún uigur quiere separar China, pero Turkestán del Este no es China. Lo que queremos es gobernarnos en nuestra propia tierra. Todo pueblo tiene derecho a su propio país, especialmente todo pueblo que vive bajo ocupación. Aún así rechazo el uso de la violencia para conseguir fines políticos, al igual que el Dalai Lama, por eso reclamamos una negociación con el gobierno chino. Para que se termine la violencia que utilizan contra nuestros pueblos. La situación de los uigures es similar a la de los tibetanos, especialmente tras la represión de las protestas del verano del 2009, que ha sido nuestro 11 de septiembre particular.

 

¿Se siente cómoda citando al Dalai Lama?

Sí. Nuestro deseo es que uigures y tibetanos formen una alianza estratégica para evitar que los chinos continúen jugando al “divide y vencerás” con el objetivo de asimilarnos a ambos.

Se acusa sistemáticamente a Rebiya Kadeer de ser una agente pagada por los Estados Unidos para desestabilizar china. Usted vive en Washington y se reúne y recibe apoyos por la parte de la administración norteamericana, la misma que ha lanzado la “guerra contra el terror” utilizada para reprimir la revuelta uigur, ¿no teme ser utilizada, como tantos otros líderes en el exilio como moneda de cambio en negociaciones con China?

 

No culpo necesariamente de la guerra contra el terror al gobierno norteamericano ya que quizás sea necesaria. Lo que no creo es que deba ser utilizada como excusa para reprimir movimientos de oposición pacíficos en ningún país. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad pero no a costa de los derechos humanos. Visité al presidente Bush en su día en la Casa Blanca porque ha reconocido el problema uigur, como he visitado a otros gobiernos en Europa. Es parte de mi compromiso con mi pueblo reunirme con los líderes mundiales que quieran hacer suya nuestra causa.

 

Muchos países se relacionan con China en función de su interés nacional, de la potencia económica china y sólo puedo esperar que el problema uigur no sea utilizado como moneda de cambio con el gobierno chino. Que no nos utilicen y nos apoyen genuinamente. Los uigures no somos una carta de cambio. Estados Unidos podría haber enviado a los uigures de Guantánamo a China y no lo ha hecho porque sabe que serían ejecutados. Otros países han expulsados uigures a China a sabiendas de lo que sucedería, como Pakistán, Kazajstán, Egipto o Camboya que están más interesados en no molestar nunca al gobierno chino que los norteamericanos que no han hecho una utilización propagandística de los prisioneros uigures. (Los 17 uigures que fueron liberados de Guantánamo en 2008 no fueron enviados de vuelta a China ya que se temía por su seguridad, encontrándose refugiados en estos momentos en las islas de Palau y bermuda y en Suiza)

 

 

¿Cuál es la situación de sus hijos?

No lo sé. El 1 de junio de 2006 mis cuatro hijos fueron detenidos para presionarme y que cese en mi activismo apenas seis meses después de mi huida a Estados Unidos. Dos de ellos fueron condenados a penas de 7 y 9 años de prisión. Los otros dos y todos mis nietos están bajo arresto domiciliario. Los niños han sido expulsados de las escuelas. Han sido obligados a salir en la televisión china culpando a su abuela de los disturbios de 2009 y pidiéndoles disculpas a los chinos por el terrorismo que teóricamente yo organizo. Sé que lo han hecho bajo presión, no les culpo, pero eso les pone en peligro. Cualquiera podría atacarles incluso dentro de su casa. Uno de mis hijos no aparecía en las imágenes y como he estado en las cárceles chinas, temo que haya sido torturado brutalmente y su estado lamentable. Pido que algún líder político extranjero que viaje a China exija encontrarse con ellos. Mi marido ha pasado 9 años en prisión, yo misma seis años y medio y ahora mis hijos. ¿qué tipo de gobierno encarcela a los hijos de los disidentes?. Sé que si abandono, si me retiro, los liberarán. Pero la felicidad de mi familia no se intercambiará por la sangre de mi pueblo. Espero que mis hijos lo entiendan.